29 septiembre 2009

"Hunted" quinto libro de "La casa de la noche"

¡¡Por fin!! Después de tanta espera llega la quinta entrega de la saga "Casa de la noche". Dicha saga a cautivado a miles de personas, me incluyo entre ellas y nos seguira conquistando con esta.


Título: Perseguida

Título Original: Hunted

Colección: La Casa de la Noche (House of Night)

Autoras: P.C.Cast + Kristin Cast

Editorial: La Factoría de Ideas

Sello: Pandora

Sinopsis:

Las buenas noticias:
Zoey ha recuperado a sus amigos.

Las malas: Los Antiguos demonios con cara de ángel.

La Casa de la Noche está en problemas. Pero cuando los problemas vienen disfrazados como la belleza personificada, ¿quién te cree? Especialmente cuando un grupo de jóvenes son los únicos que entienden la gravedad de la situación.

¿Tendrá Zoey la fuerza para revelar la verdad?

¿Qué ocurre si el chico más ardiente del mundo esconde una maldad inimaginable?, ¿ y todo lo que desea eres tú?

En el comienzo de este emocionante bestselling de la Saga de La Casa de la Noche, los amigos de Zoey están de regreso y Stevie Rae mas los novatos rojos ya no son uno de los secretos de Neferet. Pero un peligro inesperado ha surgido. Neferet protege a su nuevo y poderoso consorte, Kalona, y nadie en La Casa de la Noche parece comprender la amenaza que él representa. Kalona se ve magnifico y tiene a la Casa de la Noche bajo su hechizo.

Una vida pasada sostiene la llave que puede romper la extensión de su rápida influencia ¿pero que sucede si esta vida pasada muestra a Zoey secretos que ella no desea oír y verdades que no puede afrontar?

En la carrera por ocultarse en los túneles prohibidos de Tulsa, Zoey y sus amigos deben descubrir una forma de lidiar con algo que podría echar todo abajo. Mientras tanto, Zoey tiene otros pequeños problemas. ¿Los novatos rojos han limpiado bien? – incluso han conseguido que la oscuridad, espeluznante de los túneles se sienta más como un hogar- pero ¿son tan amigables como parecen?

En la cuestión del novio, Zoey tiene la posibilidad de hacer bien las cosas con el ex -súper-ardiente- Erik, pero ella no puede dejar de pensar en Stark, el arquero que murió en sus brazos después una noche inolvidable, siendo así impulsada a tratar de salvarlo de la siniestra influencia de Neferet a toda costa. ¿Creerá alguien que el mal tiene el poder de ocultarse entre nosotros?

Traducción sinopsis: Reprisse.

Mil gracias al staff de Dark patience por la traducción:
Nandy, Glad, Laus, Reprisse, Isabella_Cullen88, Soledad, Casey, Elena, Giselle, Erick

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(Hasta capítulo 22)

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28 septiembre 2009

Capítulo 11: ¿Bueno? o ¿Malo?

- Erika ¿cómo puedes vender tu libertad por… un ser como mi hermano?- Nazan me miraba con sorpresa. Estoy segura que no era capaz de procesar que daba mi libertad por su vida. - Él no vale nada, solo es un simple ángel- Dijo apoyando de nuevo la daga en su pecho.

Ya lo había dicho. Era lo único que podía hacer por él. ¿Dejar morir a mi ángel o casarme con su hermano? La respuesta estaba clara en mi corazón. ¿Realmente solo había pasado 1 noche desde nuestro encuentro? ¿Cómo se había complicado tanto todo esto? Tenía que hacerle quitar la daga de ese precioso pecho.

- Dime, Nazan ¿Quieres o no quieres casarte conmigo?-Lo dije de un tirón. Mi voz antes temblorosa y aterrada había tomado seguridad. No lo dije precisamente con todo el amor del mundo, si no que más bien sonó como si las estuviera escupiendo.

- Por supuesto que quiero casarme contigo. – Nazan no vio nada raro en mis palabras. Su mente aún trabajaba en que yo, Erika, heredera del trono, me iba a casar con él. Su mirada volvió a mí. Mi mirada estaba cargada de frialdad y rabia, de eso estaba segura. Creo que lo siguiente que dijo solo lo dijo para molestarme, pero ¿de verdad este tío se creía que me iba a acostar con él? Ni loca. - Creo que no puedo esperar a la noche de bodas…

- Basta, Nazan- Aún no habíamos llegado a un acuerdo. Sí seguía por ese camino estaba convencida de que no sería la única que vomitaría. Esta era una parte muy importante de todo esto, no quería dar mi libertad por un trato mal hecho o inacabado, quería que todos los aspectos quedaran claros. -Seré tuya sólo, y digo sólo, sí no matas a Izan. Además de jurar que jamás iras tras de tu hermano, que nunca volverás a perseguirlo, ni que tampoco encargaras a otros hacer el trabajo...- Pensé para mi interior, no creía que faltara nada.- Ese es el trato.- Por supuesto no aguante más, las lágrimas recorrían mis mejillas. No había forma de parar todo esto, yo solita me había vendido, ya no había vuelta atrás.

- Lo juro, lo juro.- Estaba pletórico. Su cara era la viva imagen de la alegría. Ya no me quedaba nada más que dar. Todo lo que había sido hasta hace unos días había desaparecido. Mi crueldad, mi corazón y mi soltería, me habían pertenecido durante años. Nazan seguía a lo suyo. - Pero todavía no lo entiendo…- Su mirada se paseaba de mí a Izan y viceversa. En realidad no le estaba escuchando. Mis ojos anegados en lágrimas solo miraban a una persona de ese escenario. Quería decirle tantas cosas… Necesitaba estar junto a él. No sé cuanto era mío y cuanto del hechizo, pero le quería conmigo para siempre. Ahora daba lo mismo, no le podría tener, al menos todo esto merecería la pena si el vivía.

- No tienes por qué hacerlo.- Su mirada me atrapaba. Sus palabras salieron como simples susurros, pero llegaron a mis oídos como si estuviera junto a mí. Así le sentí. Estábamos tan lejos y a la vez tan cerca, parecía poder tocar su bella cara. Nunca había visto una imagen más bella. Su pelo estaba alborotado, su cara llena de tierra, su camisa sangrante y sudorosa, y aún así eso no hacía más que aumentar mi amor por él. Que estuviera ahí, en el mismo lugar en el que hubiera enfrentado a la muerte con la cabeza bien alta, no hacía más que partirme más el corazón. - No te condenes por mí. - ¿Pero cómo no podría? No podía dejar que se fuera de este mundo, tan sencillo como eso.

- Lo sé, pero no puedo dejar que te maté. Era la única salida.-Salió de mi boca con un susurro roto por la emoción.

- Cariño… siempre hay otra salid…- la palabra cariño en su preciosa voz me llenó con su melodía. Nunca me habían llamado cariño con la connotación que él lo hizo. Con una simple palabra me rodeó de amor. No me di cuenta de que le habían interrumpido hasta que entendí que nunca habíamos estado solos allí. En realidad nunca había estado junto a mí mientras me hablaba. Toda la escena volvió a tomar forma en mis ojos. Parpadeé confusa, ¿qué coño había sido eso?

- ¿¡¡¿ Cariño?!!?-Su mirada continuaba como si esto fuera un partido de tenis, de Izan a mí y de mí a izan.- Me he perdido algo ¿Verdad?- Aguantó su mirada en mí. - Erika, ayer mismo le buscabas para matarle y ahora estás llorando por él. – Cambio a su visión hacía Izan.- Y tú, hermanito, de la única mujer que te has enamorado es de esa que sale en tus sueñ…- Por supuesto, no estaba escuchándole, realmente ya no tenía sentido para mí lo que Nazan dijera. Pero su risa me sacó de la ensoñación, estaba hablando con Izan – jajá jajá… ¿Qué Erika es tu chica? Jajaja… Vengo aquí para matarte y me voy prometido de tu chica misteriosa.- Se acercó hasta mí guardando la daga en un bolsillo. Mi cuerpo se sobresaltó en el momento en que puso su piel en la mía. – ¿Preparada para irnos a casa?- Me dijo mientras me rodeaba con su brazo por la espalda.

Seguía los movimientos de Izan. Primero miró a su alrededor buscando algo, en cuanto pareció haberlo encontrado, se levantó. ¿Había dicho lo guapo que estaba de rodillas? Pues ni comparársele a como estaba cuando andaba. Parecía que iba con prisa, se acerco al hada. Vaya le había olvidado. Pensaba que era la cena de Nazan y que Izan le había pillado alimentándose y había comenzado la pelea. Parece que estaba equivocada.

-Ashn- dijo arrodillándose junto a ella. Puso su mano sobre su hombro, y aunque sabía que me acababa de prometer a otro hombre ese gesto me hizo ponerme algo celosa.

-¿Os conocéis?- le pregunté a Izan. Intenté acercarme a él, anhelaba su rocé, pero había olvidado que Nazan me tenís agarrada y por supuesto no me dejó moverme.

-No te acerques a este estúpido – me dijo Nazan. Cómo si pudiera realmente dejar de intentar tocarlo, como sí fuera tan fácil.-Ahora vas a ser mi esposa- Esas palabras me quemaron por dentro. Claro que él solo lo había hecho para molestar a Izan, de eso no decía nada nuestro trato.

-¿Sabías que yo me voy a casar con Ashn?-gritó Izan. Fue como sí me tiraran un jarro de agua fría. Me quedé inmóvil y le miré estupefacta, en el momento en que sus ojos se encontraron con los míos desvié mi mirada. Me había dolido incluso sí era mentira.

-¿Cómo que te vas a casar con Ashn?-Sentí la mano de Nazan en mi espalda totalmente tensa. ¿Pero que le pasaba? Parece que la noticia de la boda de Ashn e Izan le había pillado desprevenido al igual que a mí. Pero incluso en Nazan era diferente. En un instante era frío y al siguiente su cara estaba llena de angustia y dolor. Vale esto sí que no me lo esperaba.

-Lo siento, Nazan. La ma… madre de Izan lo arregló todo. Yo… yo no pude hacer nada- Entonces no había duda de que se conocían. El hada estaba hecha un mar de lágrimas, no muy diferente a mí. Aunque estaba muy pálida y temblaba. Entonces me miró a mí– Pero…no entiendo ¿por qué?, ¿por qué quieres casarte con ella?

-Mi madre - contesté. No le debía ninguna explicación a la hada pero si a Izan - Mi madre lo eligió para mí – no aguanté la compostura y comencé otra vez a llorar, aunque esta vez con más angustia.

-Mi madre me eligió para formar una alianza con Ashn-Escupió Izan -La enfrenté y le dije que estaba enamorado de ti y, por eso…adelantó la boda para mañana.- En sus ojos había tormento. Mañana se casaba… Me quedé estupefacta en cuanto procese la información.

-¡¡¡¡¡Jamás!!!!!- Soltó Nazan, me sobresalté con el grito. Durante unos momentos no escuche nada, mis oídos se quedaron sordos y mi ojos sin vista. No se cuanto tiempo estuve en estado de shock. Sólo salí de él cuando escuche mi nombre.

Erika, trataré de impedir la boda.- Me dijo Izan mirándome. Eso si tuvo sentido para mí, creo que solté todo el aire que había estado conteniendo.- Te quiero más que a nada y pase lo que pase… no dejaré de hacerlo.- Sus palabras me quemaron el alma y me aliviaron mi pena. Por supuesto yo ya me había prometido, ya no era una cuestión de mi madre, había sido mi elección. Él único que podía romper el compromiso era Nazan. Él no era el mismo, su personalidad variaba de “bueno” a “malo” como si tuviera un interruptor. Cierto, que era lo que le pasaba a la mayoría de los vampiros, aunque la mayoría renunciaba totalmente a una de las partes. Al tener que alimentarnos con sangre, y casi siempre matábamos para ello, la parte mala ganaba. Las siguientes palabras son las que me arrancaron de mi mundo y me devolvieron a la realidad.

-Cuida de Ashn por mí…- Realmente esas palabras habían salido de la boca de Nazan. Me dejó anonadada.

-¡Veinticuatro horas!-me gritó Izan-Solo dame veinticuatro horas para que pueda detener esta locura, Erika.

-No podrás…- Comencé la frase pero me interrumpió.

-¡¡Iros ya, joder!!- Entonces los olí. Venía un grupo de ángeles. ¿A qué olían los ángeles? Su olor se reconoce por un suave olor a azúcar, un olor muy dulce y delicioso.

Si nos cogían nos matarían. Debíamos irnos ya. Pero mi mirada no se movía de la de Izan. Volvió a ocurrir, me hipnotizó. Sólo estábamos nosotros dos. Y entonces le escuché. “Lo arreglaré” me lo decía mentalmente “No sé cómo, pero lo arreglaré”. No pude decirle nada, ni siquiera que le amaba. Él ya me lo había dicho dos veces y yo….

Nazan me cogió en brazos y me alejó de allí. No me resistí, pero no sabía si sería la última vez que vería a Izan. Sé que debería haberle dicho que me bajara y también debería de haber hablado. Pero lo único que hice fue abrazarme a él. Mis brazos le rodeaban el cuello y mi cabeza estaba apoyado en su hombro. No me había dado cuenta de lo cansada que estaba, y no sólo físicamente. No sentir nada durante tanto tiempo a sentirlo todo de golpe… bien no era una experiencia grata precisamente.

En el último día solo había descansado unos minutos justo en este bosque. Y había soñado con mi ángel. Me había sentido tan bien junto a él. Me daba igual el placer o el sexo, sólo estar piel con piel era agradable para mí.

No sé cuanto tardamos en llegar a nuestra hermandad. Se encontraba en una casa de campo en medio del bosque. El emplazamiento había sido idea de mi padre. Le gustaba la tranquilidad, y aquí sin duda se encontraba.

Nazan no me habló durante todo el camino sólo se concentró en el camino de vuelta. De vez en cuando notaba su mano en mi cara intentando borrar mis lágrimas de mi mejilla. Tarea imposible. Lo sabía, no estaba pensando coherentemente.

- Erika. Erika. ¿Estás conmigo?- Creo que me quedé dormida de regreso. Escuchaba la voz de Nazan muy lejos.- Erika.- Notaba el tacto de su mano caliente en comparación con mi piel. Ya no estaba en sus brazos. Estaba tumbada en una cama.

Comencé a abrir los ojos y vi a Nazan estaba sentado junto a mí en mi cama. En cuanto fui capaz de ver claramente. Me di cuenta de que me miraba fijamente.

- ¿Qué pasa Nazan? ¿Donde estoy?- estaba algo aturdida no sabía muy bien donde estaba. Además tenía un fuerte mareo y dolor de cabeza, los que sientes después de un gran disgusto y lloro. Eso sólo me hizo recordar todo lo que había ocurrido antes de dormirme.

-Estás en tu cuarto, te desmayaste o te quedaste dormida por el camino, aún no lo tengo claro.- me miraba con… ¿comprensión? Me sentía muy despistada. Había mostrado que sentía algo muy fuerte por la hada y aún así se va a casar conmigo como si tal cosa. No lo entendía, pero ¿quién entendía a los hombres en realidad?

-Nazan dime una cosa ¿por qué te quieres casar conmigo si no soy la mujer que realmente amas?- Necesitaba que me lo aclarara…además a lo mejor si le convencía podíamos parar toda esta locura. Nazan me miraba fijamente y lo único que podía hacer era aguantarle la mirada como sí allí fuera a encontrar una solución. No sé cuanto tiempo estuvimos así, ni me importa. Sus ojos que poseían el mismo tono azul que el de su hermano, claro que los de Izan iban acompañados de verde y motas ambar. ¿Por qué no me había dado cuenta antes de lo parecidos que eran? Al fin respondió.

- Erika, no sé que decirte. – Dijo mirándome.

- Dime la verdad. Creo que me la merezco.- Necesitaba saberlo. Se lo pensó largo y tendido, hasta que debió de ver algo en mí que le hizo hablar.

- Ansío el poder. No el poder por que sí, sino el poder para destruir. Quiero tener el suficiente como para poder vengarme. Tu eres la manera más rápida y efectiva para llegar a él- Se encogió de hombros. Parece que solo estaba diciendo algo tan evidente y normal como si me estuviera contando que tiempo hacía en la calle.- Casándome contigo me convierto en el “rey” de nuestro mundo.

- Pero he visto como sufrías por ashn… ¿Me estas diciendo que vas a joderlo todo por tu ansia de poder?- Cabeceó en señal afirmativa.- Pero ¡serás gilipollas!, nos vas a joder la vida a los cuatro, imbécil.- Intente levantarme, y arremeter contra él, pero estaba muy débil. De un empujón me hecho en la cama de nuevo.

- Basta Erika, no es solo poder lo que ansío, ansío la venganza detrás de ella. Tengo que vengarme de mi madre y mi hermano.- En cuanto dijo la palabra hermano le intenté taladrar con la mirada. El sabía que no podía matarlo ¿qué tenía en mente?- No me mires así, no pienso hacerle daño…bueno no físicamente. Fíjate el daño se lo has infligido tu misma, eres tú la que has accedido casarte conmigo – Tenía toda la razón, era yo la que había accedido. Era yo la que le estaba dañando y le hacía sufrir. Y comencé a llorar como nunca lo había hecho. Lloré por mí, por mi ángel, por el dolor que me suponía no volver a verle, por no haberle dicho nunca que le quería…

No sabía como parar ese torrente de emociones. Mi corazón se encontraba cansado y roto. Me hundía cada vez más en la desesperación. ¿Dónde estaba el aire? No podía respirar, no podía ver a través de mis pestañas anegadas en lágrimas. En algún momento de mi desesperación Nazan me acunaba entre sus brazos y recitaba palabras de consuelo a las que no encontraba significado.

Por supuesto llegó en un momento en que mi cabeza se fue despejando, no sé cuanto tiempo había pasado, pero comencé a parar. Nazan me mecía con su cuerpo.

- Todo esto es solo culpa mía. – Decía mientras me secaba las lágrimas. – Hiciste exactamente lo que tenias que hacer. Eres tan valiente… Erika.- Ya no lloraba, mi respiración se fue calmando y fui capaz de pensar.

- ¿Cuánto tiempo llevo así?

- Un par de horas creo.- Mi boca calló de su lugar. Nazan, el mismo vampiro que había intentado matar a su propio hermano y que quería venganza, ¿Me había consolado y sostenido durante dos horas?

Me encontraba a un palmo de su cara mirándole a los ojos. Este chico no era malo, ¿Qué es lo que le había hecho su propia familia como para cambiar su forma de ser? Estaba seguro que él nunca antes había sido despiadado y cruel. De hecho no lo había sido con nadie excepto su hermano y madre.

- ¿Qué te hicieron Nazan?- Le toque la mejilla mientras lo decía. Algo había en él, en su poder, sus ojos que me recordaba a Izan y mi cuerpo reaccionaba a ello. Sabía que no me iba a contestar, pero en ningún caso pensaba que me besaría.

Me beso con pasión, con hambre, bebía de mí como si estuviera hambriento. Al principio no le correspondí, me dejó tan sorprendida… Pero al instante siguiente mi boca tomaba el control. No era este el cuerpo que yo quería conmigo, pero algo de él era lo mismo.

Me tumbó en la cama con todo el cariño del que fue capaz y se recostó sobre mí. Sus besos se volvieron suaves y dulces. Sus manos me acariciaban la cara, el cuello, los brazos y la espalda. Tanta ternura me derrumbó por dentro y por fuera. Ahora mismo no estaba con el vampiro sino con el ángel qué fue hace un tiempo. Después de conocer a tantos vampiros, estos nunca se habían portado conmigo como lo había hecho Nazan. Mis manos recorrían su musculosa espalda levantándole la camiseta. No había nada de malicioso en como estábamos. Por fin había encontrado la paz que necesitaba después de tanto sufrimiento.

Realmente si después de todo esto no había vuelta atrás y Nazan se convertía en mi marido… Creo que con el tiempo podía llegar a quererle. Nada podía compararse al amor que sentía por Izan pero era un comienzo.

Su lengua con la mía, sus labios con los míos se sentían tan bien… tan normales. La dulzura, ternura, suavidad que estaba usando conmigo no se parecía a nada que había probado en mi vida. Mi vida llena de crueldad, dolor, brusquedad, frialdad, violencia, agresividad y en última instancia pasión, no se parecía en nada a lo que estaba sintiendo. Nos besamos y seguimos besándonos, nuestras manos recorrían nuestros cuerpos para memorizarlos. Pero con eso bastaba, no había ninguna prisa. Mis manos comenzaron a quitar su camiseta, me molestaba, quería sentir su pecho con el mío. Entonces la puerta se abrió y Killian entró por ella.

No sé que se le pasó por la cabeza en cuanto nos vio, pero me hago una idea. Los celos le reconcomían.

- ¡Serás mal nacido!- Killian no se fijó en que mis brazos estaban a su alrededor y no apartándole.- Quítale tus manos de encima, gilipollas. Esta vez si te romperé el cuello.- oh, no, no. Dios esto no iba bien, nada bien. Killian estaba enfurecido. Y entonces arremetió contra Nazan.

En ese mismo instante Nazan se puso en pie. Al mismo tiempo que Killian clavaba su espada en su pecho.

Capítulo 10: Cambio de pareja

-¡¡No!!- Me adelanté un paso.- Sí no le matas… - Tragué saliva y comencé de nuevo.- Sí no le matas aceptaré el casarme contigo.

Me sentí morir cuando escuche esas palabras de su boca. ¿Por qué me hacía esto? ¿Casarse con mi hermano? ¿El amor de mi vida casada con mi hermano? Creo que hubiera sido menos doloroso la daga clavada en mi corazón que el escuchar esa simple frase, ¿Es que acaso no siente lo mismo que yo? No tuvimos la oportunidad de hablar.

Sentí un dolor en el costado, sin darme cuenta había dejado de respirar. Tragué saliva, respire profundamente y me erguí para enfrentarme a la mirada de mi Erika. En ninguno de los casos me hubiera esperado que no me devolviera la mirada. Su rostro estaba escondido en las sombras y en él brillaban las lágrimas que derramaba en silencio. Se me volvió a partir el corazón, pero a la vez suspiré de alivio. Le había dolido decir esas palabras tanto como a mi escucharlas, podía sentir su dolor como si fuera mío. Entonces la voz de mi hermano retumbo en el silencioso bosque.

Nos encontrábamos en un pequeño claro en el que se colaba la luz de la luna a través de los frondosos árboles. El clima no era húmedo, sino más bien seco, por lo qué las cortezas de los árboles tenían ese tono de color marrón claro. El aspecto del bosque a la oscuridad era lúgubre y triste. El verde de los árboles no se apreciaba, al menos no lo hacían mis ojos. En realidad, lo que yo hacía era intuir más que ver, a no ser que la luz de la luna incidiera en ello de forma directa para así poder ver. El terreno era arenoso y rocoso. Era una escena triste, sombría, que el paisaje realzaba con su belleza tenebrosa.

- Erika ¿cómo puedes vender tu libertad por… un ser como mi hermano?- La miraba con suspicacia y curiosidad.- Él no vale nada, solo es un simple ángel- le dijo apoyando la daga de nuevo en mi pecho. La luz de la luna arrancaba pequeños destellos de la daga que tenía en el pecho, quedándome anonadado por la belleza de todo esto. Era la primera vez en mi vida que estaba al aire libre por la noche. Mirarlo a través de una ventana no le había hecho justicia a lo que era en realidad.

- Dime, Nazan ¿Quieres o no quieres casarte conmigo?- lo dijo con voz cargada de frialdad.

- Por supuesto que quiero casarme contigo. – Aparto la mirada de mí, para posarla sobre ella. No podía verle la cara pero estaba seguro de que no la miraba de forma cariñosa.- Creo que no puedo esperar a la noche de bodas…

- Basta, Nazan- Ella le interrumpió antes de que siguiera.- Seré tuya sólo, y digo sólo, sí no matas a Izan. Además de jurar que jamás iras tras de tu hermano, que nunca volverás a perseguirlo, ni que tampoco encargaras a otros hacer el trabajo... Ese es el trato.- Mi corazón no podía con esto, Erika en manos de mi hermano por haberme salvado la vida. Preferiría verme muerto antes que todo esto.

- Lo juro, lo juro.- En su voz había alegría.- Pero todavía no lo entiendo…- Paseo su mirada de mi a ella de forma aleatoria. Me daba igual lo que estuviera diciendo. Solo tenía ojos para mi princesa, sus lágrimas creando pequeños riachuelos por sus mejillas. Prefería sacrificarse ella para todo su existencia que dejarme morir.

- No tienes por qué hacerlo.- Se lo dije solo a ella. Nuestras miradas estaban atrapadas en un torbellino de emociones compartidas. Su figura a la luz de la luna era lo más bonito que había visto en mucho tiempo. Eso solo me hizo desearla aún más. Su cuerpo desnudo con esa misma luz debería ser penado con la muerte. A nuestro alrededor no existía nada más. Ya no había una muerte inminente, ni una boda inesperada, ni un hermano vampiro. Solo nosotros dos.- No te condenes por mí.

- Lo sé, pero no puedo dejar que te maté. Era la única salida.- Su voz ronca por su llanto.

- Cariño… siempre hay otra salid…- Mi voz se vio interrumpida.

- ¿¡¡¿Cariño?!!?- Su mirada seguía paseando de mi a ella.- Me he perdido algo ¿Verdad? Erika, ayer mismo le buscabas para matarle y ahora estás llorando por él. – Me miró a mí.- Y tú, hermanito, de la única mujer que te has enamorado es de esa que sale en tus sueñ…- Se quedó totalmente inmóvil, podría incluso haber escuchado como encajaba todo perfectamente en su cabeza. Se levantó lentamente de su posición. – jajajaja… ¿Qué Erika es tu chica? Jajaja… Vengo aquí para matarte y me voy prometido de tu chica misteriosa. – Su sonrisa se amplió- Se acercó lentamente a Erika mientras guardaba mi daga en su pantalón. – ¿Preparada para irnos a casa?- La rodeo con su brazo por la espalda, colocándose de tal manera que ambos nos miraban.

Di la vuelta a mi cabeza, me había olvidado completamente de Ashn, mi madre había mandado a sus esbirros a buscarla y no iban a tardar mucho. No quería que nos encontraran a todos aquí. La encontré echa un ovillo al pie de un gran pino. Justo en el límite del pequeño claro. Me levante de mi posición y me acerqué hasta ella.

-Ashn- dije, arrodillándome junto a ella para tratar de calmarla. Erika me observaba sorprendida, confundida tal vez, pero sus ojos me mostraban todavía su anhelo por mí.

-¿Os conocéis?-preguntó Erika. Su intento de acercarse a mí fue truncado por los brazos de mi hermano.

-No te acerques a este estúpido-le dijo-Ahora vas a ser mi esposa- dijo sonriente mi hermano. Lo había dicho para molestarme y lo había conseguido.

-¿Sabías que yo me voy a casar con Ashn?-grité pagándole con la misma moneda, aunque eso no estaba muy claro todavía.

Los ojos de Erika se desviaron de los míos. Mierda, le había hecho daño, Sabía que ella solo había accedido para salvar mi vida. Pero había conseguido la reacción esperada en mi hermano, quien me miraba dolido, con rabia y frustración.

-¿Cómo que te vas a casar con Ashn?- La mirada de Nazan era de dolor. Le había subestimado. Sí sentía algo por Ashn, aunque parece que no lo suficientemente fuerte como para que prefiriera casarse con Erika.

-Lo siento, Nazan. La ma… madre de Izan lo arregló todo. Yo… yo no pude hacer nada-intervino Ashn aún temblorosa – Pero…no entiendo ¿por qué?, ¿por qué quieres casarte con ella?

-Mi madre - intervino Erika. En sus ojos pude ver cómo se formaban las lágrimas, lo que me azotó muy duramente - Mi madre lo eligió para mí - rompió a llorar.

-Mi madre me eligió para formar una alianza con Ashn-salté-La enfrenté y le dije que estaba enamorado de ti y, por eso…adelantó la boda para mañana.

-¡¡¡¡¡Jamás!!!!!

Escuché pasos de gente acercándose. Mierda, mierda, se nos acababa el tiempo. Los esbirros de madre no tardarían en aparecer.

-Tenemos que irnos ya, Ashn-le dije. Sabía que necesitaba un poco más de tiempo con Nazan, pero era algo de lo que ahora carecíamos. Sabía qué necesitaba tocarle como yo necesitaba tocar a Erika. Sabía qué necesitaba decirle lo del embarazo.

-Yo…

-Ashn, debemos irnos, ya - repetí. El fluir de sus lágrimas me dolió, pero se puso en pie y se apoyó en mi hombro para así poder irnos- Erika, trataré de impedir la boda - Le dije mirándola a los ojos con toda la seguridad de la que fui capaz. Vi alivio en sus ojos, pero también desesperación y frustración-Te quiero más que a nada y pase lo que pase… no dejaré de hacerlo.

-Yo…no creo que pueda detener mi boda - tosió, seguramente tratando de detener las lágrimas que se empezaban a formar en sus ojos.

-Cuida de Ashn por mí…- Ahora él no me miraba como el hermano al que quería matar, sino como un hombre enamorado.

-¡Veinticuatro horas!-grité desesperado-Solo dame veinticuatro horas para que pueda detener esta locura, Erika.

-No podrás…

-¡¡Iros ya, joder!!- Les grite a los dos. Estaban casi encima de nosotros. Si los cogían… estaba seguro que mi madre los mataría. A ambos. Para ella no hay clemencia ni lazos con chupasangres. Pondría mi mano en el fuego, porque incluso se alegraría mucho si a los que cogieran fueran a estos dos en concreto.

Mi última mirada fue hacia Erika. Sus ojos estaban anegados en lágrimas y me miraba suplicante. “Lo arreglaré” pensé “No sé cómo, pero lo arreglaré”.

En ese momento Ashn y yo fuimos rodeados por un grupo de ángeles que venían armados, vestidos con túnicas ceremoniales. Las túnicas eran azules, lo que significaba que eran ángeles protectores. Las túnicas estaban abiertas por el cuello y les llegaban hasta las rodillas, más o menos. Cada borde estaba decorado con ribetes dorados que representan unas pequeñas alas. Esas pequeñas alas eran comunes en todas nuestras túnicas ceremoniales. Busqué a Nazan y Erika intentando no levantar sospechas, pero ya se habían ido. ¡¡Mierda, mierda, mierda!! ¡Necesitábamos más tiempo!

Me atacaron por detrás. Como si yo fuera su enemigo. Y claro que me resistí, pero en el momento en que Erika me abandonó allí mis poderes celestiales desaparecieron. No me encontraba nada bien, además, era de noche y mis poderes habían disminuido mucho.

- Vale, vale soltarme iré con vosotros.- Me soltaron al instante. Agarré a Ashn por la cintura y nos pusimos en marcha hacia la hermandad, con la guardia detrás de nosotros. El camino no fue fácil entre los frondosos árboles, sin olvidar que la oscuridad era intensa entre ellos. Intentaba seguir por pequeños caminos ya hechos en el terreno pero aún así el recorrido era difícil sin todos mis poderes. ¿Por qué cuando me encontraba con Erika en la noche mis poderes volvían a mí? No había escuchado nunca algo así, pero cuando estoy con mi princesa en la oscuridad de la noche me siento mejor que nunca, mis poderes se hacen más fuertes con ella ¿por que sería?

- Izan-Me llamó Ashn.- No lo entiendo ¿Por qué se quiere casar Nazan con ella?- me preguntó Ashn mirándome. No paraba de llorar. Se dejaba llevar por mi agarre a través del camino. Lo medité durante un largo minuto. Todo lo que podía decir eran hipótesis por las acciones y reacciones de mi hermano.

- Creo que por el poder Ashn. Él quiere poder a toda costa. Le conozco, mi hermano siempre fue rencoroso y le gustaba que la gente qué le hacía sufrir, sufrieran de la peor forma posible. No es precisamente un don pero por lo demás siempre fue un buen hermano hasta…- Perdí el hilo de lo que estaba diciendo, mi mente vagaba por aquellos maravillosos años en los que tener un hermano no era algo malo y doloroso. Volví al presente.- Cuando se obsesiona por algo… bueno no para hasta conseguirlo. Sí quiere venganza hará todo por ello. Hasta casarse con Erika aunque no la ame.- Me encogí de hombros entoces paró en seco y me miró.

- ¿venganza? ¿Pero por qué?- se estaba poniendo cada vez más pálida, casi blanca.

- No lo tengo muy claro Ashn. No sé muy bien que pasa por su mente. Puedo hacer conjeturas. Aunque sin lugar a dudas te ama, eso si lo se.- Me miró con esperanza. Yo se lo aclaré.- Mi hermano nunca pide nada de nada. Tienes que importarle- le dije mirándola- me ha pedido que te cuide.- la rodee más con el brazo. Sentía su cuerpo temblar y aunque esas palabras le hicieron sentirse mejor, por que ahora no lloraba tanto, se desmayo.

- ¡Ashn! ¡Ashn!- le dije mientras la tocaba la mejilla- ¿Estás bien? Dime algo por favor…- estaba muy pálida, parecía casi muerta. Intentaba sostenerla en brazos pero no pude. No tenía la fuerza suficiente, a medida que la noche avanzaba mis poderes se mermaban.- ¡¡Tú!!- dije llamando al jefe de la guardia que venía detrás nuestro.- Ayúdame a llevarla.- El jefe se acerco a mí y me ayudó.

Estaba totalmente exhausto pero en ese momento me daba igual, solo me preocupaba Ashn. ¿Tendría que ver esto con el embarazo? – Te vas a poner bien- la susurre al oído. Estaba seguro que todo esto tenía una solución, solo que había que encontrarla.

Ya solo faltaban dos calles hasta la hermandad. Mi camiseta estaba empapada de sudor y ya no tenía más fuerzas. Solté a Ashn en manos del guardia. Él solo me dio una mirada de comprensión.

El barrio en el que se encuentra la hermandad es uno de esos en donde los edificios son de poca altura. La hermandad se encuadra al final de un callejón entre dos pequeños edificios. La gente nunca pasa por allí ya que todo queda rodeado de cubos de basura, además de estar escondido de los curiosos.

Ya falta muy poco para llegar. Contaba los pasos que tendría que dar. Según nos íbamos acercando una figura se materializaba en la puerta. Su túnica ceremonial blanca resplandecía a la luz de la luna. Sus ojos zafiro incluso desde esta distancia me permitían ver que no estaba de humor. Estaba enfadada, muy enfadada. La figura de mi madre se recortaba con la luz que provenía de su espalda. Su cuerpo era delgado y musculoso, sus curvas no eran de la de una mujer de 1 siglo, sino más bien la de una mujer de 30 años.

- Hombre, hasta que os dignáis a aparecer- Su mirada estaba fija en Ashn.- ¿Qué le ha pasado a Ashn?- Se acerco a ella.- Sí le ha ocurrido algo malo… tendremos problemas con el reino de las hadas. – Dijo mirándome.- Está bajo mi protección mientras este aquí.- Estaba encendida por la rabia, su aura estaba casi roja, y el suelo estaba empezando a temblar, mala señal.

- Lo siento madre, se que ha sido una estupidez, no volverá a pasar.- le dije bajando la mirada, no era buen momento para desafiarla. No quería darle más motivos para que su enfado creciera aún más. Solo la había visto una vez en la vida tan enfadada, cuando se entero de que su hijo, mi hermano, se convirtió en un oscuro.

- Ya lo creo que no volverá a pasar. – Volvió su mirada a los guardas.- Llevad a Ashn dentro, a su recámara y tenedla vigilada las 24 horas del día.-En cuanto se dio la vuelta sabía lo que vendría. Su mano llegó a mi cara con tal fuerza que me tiro al suelo. Lo único que consiguió fue hacerme aún más débil. –Tu Izan, mi hijo, como es posible que seas tan estúpido.- Lo dijo entre dientes. Me levante para encararla. Si algo había aprendido era que dar la vuelta y correr no era compatible con mi madre. Me haría mucho más daño. -Me dan ganas de matarte. –Se acercó mucho más a mí.- ¿sabes que ocurriría si te cojen? Sabes que todos estaríamos en peligro, estúpido.

- Madre he visto a Naz…- me interrumpió con la mano antes de acabar. Seré tonto ella lo sabe todo. No tengo ni idea de cómo lo hace pero normalmente lo sabe todo de todos. Debía de saber donde he estado y con quién.

- Basta Izan. No me interesa lo que pase con tu hermano. – Se dio la vuelta para entrar en la hermandad caminando tranquilamente. Como sí nada hubiera ocurrido.- Él fue desterrado de aquí y no debería haber vuelto bajo ningún concepto. Eso está castigado con la pena de muerte y él lo sabe.- Entró por la puerta de la hermandad sin mirar atrás. Sabía que no iba a conseguir nada si hablaba con ella de esa forma. Tenía que impedir la boda con Ashn como fuera.

Me adentré en la casa para ir a ver a Ashn. Sabía que tenía que descansar pero tenía que asegurarme de que se encontraba bien, ella y… mi sobrino.

La casa que acogía a la hermandad era igual a las casas que se veían en las series americanas. Algo así como un chalet de dos plantas, bueno más los tres niveles inferiores llenos de recámaras, un gimnasio y una sala llena de armas bendecidas por los sacerdotes. Me encaminé a la segunda planta del sótano. En ella se alojaban los huéspedes,

Las plantas superiores de la casa eran eso, los normales en una casa. Muebles tradicionales, lámparas del techo, pasamanos de madera, alfombras en los salones, sofás, teles… Pero las plantas inferiores eran otra cosa. Los pasillos eran exactamente iguales a los pasillos de los hospitales con muchas puertas a los lados. Olía a desinfectante y ambientador de limón. Manía de mi madre.

En cuanto encontré una habitación con dos escoltas, sabía que había llegado a mi destino. Los dos guardas me miraron pero no se movieron de la puerta.

- ¿Ashn? Abre- Grité hacía la puerta, pero nadie contestó. Les miré a ambos, mi madre había escogido, de eso estaba seguro, a los dos guardianes más fuertes para protegerla o encarcelarla, según como se mirara.

- Tenemos órdenes de no dejar pasar a nadie.- Me dijo el guardián de mi derecha. No tenía ganas de jueguecitos, pero sí eso es lo que querían…

- La mujer que está ahí dentro va a ser mi esposa mañana. – No, sí podía evitarlo, me dije en mi fuero interno.- Se desmayó mientras veníamos hacía la hermandad. Necesito saber que está bien.- Vale la baza de “soy un hombre que se preocupa por su futura mujer” no tenía muchas esperanzas, pero tenía que intentarlo.

- Está bien.- Soltó el guardián de mi izquierda. Mis fuerzas habían vuelto. Sabía perfectamente que ninguno de los dos era rival para mí por separado, aunque juntos estaríamos muy igualados.

-Bueno hay dos opciones chicos. – Les dije mirándoles a ambos.- O me dejáis entrar por las buenas y aquí no tiene porque enterarse nadie… o me abro yo el camino hasta la puerta. Podéis elegir.- Se me quedaron mirando evaluándome. Sabía perfectamente quien era yo. Sabían que era el mayor guerrero que tenía la hermandad. ¿Serían tan estúpidos de desafiarme?

Ambos se miraron y se apartaron de la puerta dejándome vía libre.

- Gracias chicos, buena elección.- decía mientras giraba el picaporte.

En cuanto entré sabía que algo no andaba bien. Ashn estaba tumbada en la cama del dormitorio de cualquier manera. Estaba tal y como la dejaron cuando la trajeron, de eso estaba segura. Eso significaba que no se había levantado. Me acerqué hasta ella y le toque la frente. Su piel estaba fría y pálida. Me arrodillé junto a la cama.

- Ashn ¿Me escuchas?- No se movía, ni siquiera estaba seguro de que respirara.

25 septiembre 2009

Capítulo 9: Confesiones parte 2

Me levanté del suelo. Y lo único que podía hacer era mirar a mi hermana con una nueva perspectiva. Siempre había pensado que era una persona simple, pero ahora me daba cuenta de que le había subestimado, era mucho más compleja que la mayoría. Me volví a sentar en la cama.

- Perdoname Pamv, no tenía ni idea de…- La miré a la cara intentando dar la sensación de avergonzada. Por sus mejillas caían lágrimas silenciosas. Y lo que nunca había tenido necesidad de hacer, abrazé a mi hermana acunándola entre mis brazos mientras se desahogaba.

- ¿Se convirtió en vampiro después de…?- En el momento en que iba a acabar la frase un gemido salió de su garganta. Eso me sirvió de respuesta. - ¿Qué ocurrió después, Pamv?- Tardó más de media hora en tranquilizarse. Cuando pensaba que quería evitar mi pregunta o que simplemente la había olvidado me contestó.

- Tardó más de una semana en cambiar totalmente de ángel a vampiro. De alguna manera se que yo fui la culpable del cambio, no se exactamente el que hice mal pero lo hice. Le cuide, le atendí, le alimenté y me enamoré de él. A partir de ese día tuve el mejor mes de mi vida. – Una lágrima solitaria se desbordó de su ojo.

- ¿Y entonces qué? ¿Se fue sin más?- Ella solo asintió con la cabeza. Se enjugó las lágrimas y volvió a ser la Pamv de siempre.

- Eso ya da igual. Mama quiere hablar contigo sobre la noche del baile – Su antiguo yo se volvió a mostrar como sí la hora anterior no hubiera pasado nada. Pero ¿eso que había notado en su voz era pena?

-Ay, Pamv, se me había olvidado la noche del baile. – la ansiedad volvió a mi cuerpo como si nunca se hubiera ido. Pero ya de perdidos al río. Mi hermana había confiado en mí, yo podía hacer lo mismo con ella.- ¿Qué voy a hacer? Ya estoy enamorada de alguien… Yo no quiero casarme con ningún vampiro- Agaché la cabeza, odiaba sentirme tan débil. Las lágrimas asomaban por mis ojos. Mi hermana me miraba, con una mezcla de compasión y pena. Y entonces calló en el significado de mi frase.

-¿Cómo que te has enamorado? Y ¿Que quieres decir qué no te quieres casar con ningún vampiro? – Me miraba como si me viera por primera vez. Con esa sensación de creer una situación bajo control y en un segundo todo desmoronarse. Se le encendió la cara con una idea. Se acercó a mi y me comenzó a olisquear. - ¡¡Ayyyyy, por favor no puede ser!!, ¡hueles mucho a sangre de angel! Por favor, miénteme y dime que has cenado uno y que no te has enamorado de la criatura que tiene ese olor.- Su mirada era como de traición. ¿Cómo no podía a oler a Izan? Pero si casi… No, no, no debía pensar en eso. No quería casarme con nadie, no cuando mi corazón no le pertenecía. Mi corazón era completamente de Izan. ¿Sólo había pasado unas horas desde nuestro encuentro? Parecían días. -Contéstame Erika, por favor.- Desde pequeña había sabido como ganarse la confianza de la gente. Su mirada incluso brillaba de la emoción y de la esperanza de que le hiciera partícipe de esta historia de amor. Asi que entonces se lo conte todo.

Comencé por las fantasías que ella ya sabía que tenía, seguí por el encuentro de Nazan, el día con Killian y como me había sentido con él. Continué con el encuentro en el bosque, la lucha con las hadas, como había visto por mis propios ojos que aparecían y desaparecían sus alas. En cuanto llegué a la parte de la daga me observaba con los ojos desorbitados y la boca abierta.

- ¿Te…te… salvó? ¿Te dio de beber de su sangre voluntariamente?- Por supuesto no entré en detalles, pero en cuanto pensé en ese placer, su cuerpo pegado al mío… volví a encenderme.

- Sí y yo…- ¿Qué podía decir que le había matado o que casi le mato? Aún no sabía nada de él. Sí, el sueño se había sentido muy real. Necesitaba algo de tiempo para saber que había sido de él y para saber que podía hacer en contra de la boda.

-Escucha pamv, tienes que ayudarme, por favor, tengo que ganar tiempo. No quiero casarme con nadie y necesito algo de tiempo para averiguar… algo, por favor. – Necesitaba ir a buscarle saber que estaba bien.

Mis ojos estaban que se desbordaban de las lágrimas. En cuanto la miré me dí cuenta de que algo no marchaba bien, tenía esa mirada de compasión y pena. Me miraba como si hubiera algo que se me escaba.

- ¿Qué pasa?- Sabía que algo estaba ocurriendo.

- Tienes que ir a ver a mamá.- Aparto la mirada como si con mi mirada fuera a saber lo que estaba ocurriendo. Quizá mi mirada no, pero me sentía con bastante fuerza como para saberlo. La sangre de Izan me había hecho más fuerte. Me introduje en su cabeza.

Podría haberme esperado cualquier cosa la verdad ¿Pero esto? Nazan y mi madre hablando sobre…¡¡¡Nuestra boda!!!

- ¡Ja! ¡Mamá está loca!- Me paseaba por la habitación hecha una fiera. No podía pensar coherentemente. Y entonces mi hermana volvió a ser mi hermana.

-No te preocupes Erika, si quieres un ángel,- se encogió de hombros- pues te casaras con uno. Madre ya te a buscado uno para ti. Bueno es verdad que es más vampiro que ángel pero supongo que las viejas costumbres no se pierden. - oh mierda no, no y no. Mi madre quería casarme con Nazan. ¿En qué coño estaban pensando estos dos? ¿No se suponía que tenía que elegirlo yo? Tenía que ganar algo de tiempo.

-¿Pamv, él sabe que estas aquí y que somos hermanas?- se puso tensa no esperaba que le preguntara eso.

-No, no me ha visto todavía y tampoco quiero que lo haga.- Sus palabras eran duras, pero a la vez denotaban que no había sido capaz e olvidar a Nazan en todo este tiempo.¿Qué les ocurrió? Tendría que averiguarlo.

¡oh, mi dios, no! No me puedo crer que esto sea real. ¡Qué es lo que había hecho para que me mereciera todo este lío! ¿De verdad me iba a casar mi madre con el hombre que amaba mi hermana?

-¿Madre lo sabe? ¿Sabe qué este Nazan es tu Nazan?-le pregunté. Quería quitarme aquella incertidumbre a toda costa.

-Lo sabe, aunque no lo quiera aceptar-susurró-Ella jamás dejará que me case con él, nunca. Ella lo quiere para ti. Aunque dicho sea de paso no creo que él se casará conmigo tampoco.

-No lo entiendo. Pero, ¿por qué?

-Ve y pregúntales.

No me lo pensé ni dos segundos. Salí de mi cuarto y fui al encuentro de mi madre. Iba hecha un basilisco. La rabia y la irritación me recorrían las venas nublándome la vista. No ví a la persona que tenía justo delante que me enfrentaba y me instaba a parar. Así que choque literalmente contra él.

- ¡Oye Erika mira por donde andas!- Killian me sujetaba para que no me cayera con el golpe. - ¿A dónde vas tan rápido?- Me enderezó y pude ponerme recta.

- Lo siento Killi…- Me sobrevino una ráfaga de olor de su ropa. ¡Pero que cojones! ¡Pero si hasta me era conocida!

- ¡Deja de olerme!- Le miré. De verdad pensaba que lo estaba haciendo de forma disimulada.

- ¿Te has tirado a un ángel?- Entonces caí- ¿La pelirroja? ¿Te has trincado a la ángel pelirroja, pedazo de pervertido? Al menos dime que ella también quería porque s…

- ¡Para, para, Erika! ¿Por quién me tomas?- En su cara se reflejaba toda la traición y la vergüenza que sentía.- Sí, me he acostado con la ángel. Sí, ella también quería.- Sonrió como por un chiste privado.- Aunque nose realmente porque esa chica es un ángel, a mi me ha parecido más bien…- Su voz se fue apagando.- Bueno da igual.- Me volvió a mirar.- ¿A dónde ibas con tanta prisa?

- A hablar con mi madre y con Nazan.

- A pues llegas tarde. Tu madre ha salido a no sé dónde y a Nazan le vi en el bosque. Supongo que estaría cazando.- Se encogió de hombros.

-Gracias Killian. Voy a buscarle, luego si eso hablamos. Me debes una explicación.- ¿Por qué le decía eso? En realidad Killian me importaba y quizás tanto tiempo de juguetear con él, había llegado a pensar que era la única chica. ¡Pero si hasta me había planteado el casarme con él!

- ¿Celosa?- Bajo si voz hasta un susurro sensual. El pasillo era estrecho por lo que no se tuvo que mover mucho como para que estuviera encima mío. Me colocó entre la pared y él, cada mano al lado de mi cabeza y su cara se iba acercando lentamente a la mía.

El fuego me consumía. No había tenido ningún desahogo y en la última noche había estado demasiado inflamada como para apartarme sin más. Tuve que hacer un esfuerzo sobrehumano para sobreponerme a mi calentura.

- No lo hagas Killian. Luego te explico esto mejor, pero tengo que encontrar a Nazan ya.- Se lo dije con los ojos cerrados y respirando profundamente. Sí le viera casi junto a mi me derrumbaría y sería suya como la última vez. No quería que eso pasara. Le sentí alejarse de mi y darse la vuelta. Abrí un ojo lentamente, aún estaba encogida contra la pared y no le vi en el pasillo. Se había ido y me había dejado sola. ¿Qué habría visto en mi cara como para irse sin más?

No me lo pensé dos veces y eché a correr hacía el bosque. Si usaba mi olfato no tardaría en encontrarlo.

Era un alivio estaba anocheciendo, así que en cuanto encontré un trazo de su olor salí disparada hacia él. Lo olia muy cerca, sabía que estaba por aquí. Entonces me sobrevino el olor de una hada blanca y de… ¡Izan!

¡Estaba vivo! Mi sueño no había sido mentira a pesar de todo. Use todo mi poder para correr mucho más rápido. ¿Qué harían Nazan, Izan y una hada? Seguro que nada bueno conociendo a Nazan.

Y entonces vi toda la escena. Nazan se encontraba acorralado por Izan que mantenía la daga en su cuello y un hada se encontraba tumbada a metros de ellos llorando. En lo que tarde en parpadear Izan dejó de brillar y sus alas desaparecieron. Los papeles se cambiaron, ahora era Nazan el que estaba acorralando a Izan. Si no intervenía…

En cuanto me acerqué un poco, Izan volvió a brillar. Pude sentir como su poder aumentaba al sentirme cerca y sus alas se desplegaron. Fui andando lentamente hasta ellos. Mis ojos fijos en el bello ángel que me observaba embelesado. En mi cara se debían de reflejar todas las emociones que pasaban por mi interior: alivio por que estuviera vivo, alegría por estar otra vez junto a él y miedo por que Nazan le matara. ¿Cuándo me había vuelto tan emocional?

-Erika- mi nombré escapó de sus labios como si el simple hecho de nombrarme le quemara.

-¡Oh!, ¿más compañía?-Dijo Nazan dándose la vuelta y entonces me vió- Erika ¿qué haces aquí?

- Nazan no… lo hagas.- No podía dejar que le matara. No cuando ni siquiera habíamos aclarado las cosas. Mi voz salió apenas como un susurro. Nazan se dio cuenta de que algo no encajaba.

- ¿Qué estas diciendo? ¿Prefieres hacerlo tú misma?- Estaba claro que no sabía lo mio con su hermano.

- No… no… baja esa daga.- Estaba totalmente aterrorizada. Si le mataba… me vengaría eso estaba claro. Él ni siquiera hizo el amago de obedecerme. Apretó la daga más fuerte contra su cuello y de la herida escapó… lo olí antes de verlo. Mi nariz se llenó de su dulce olor, de esa dulce promesa de amor, de ese dulce placer. Por un momento no me importó nada más que ese olor, esa sangre en mi boca mientras su cuerpo se mecía contra el mío… Tuve que pararme en ese momento, no era el lugar ni el instante.

- ¿Qué coño estás diciendo Erika? Tengo que matarle por todo…- Dijo mientras miraba a Izan y hundía un poco más la punta de la daga en su cuello. Volvió a mirarme – Y también querías tú hace unas horas.

Entonces le miré realmente a la cara. La cara de Nazan era una máscara de ira, venganza y cólera. Quería la muerte pasará lo que pasará. Debía de pensar rápido. ¿Qué es lo qué podía hacerle cambiar de opinión? ¿Tenía algo que me ayudara?

En ese instante Izan se pudo de rodillas. Su cara me miró con la confianza que a mi me faltaba, con ternura y cariño.

- “Erika te amo”- Lo escuché en mi mente. Mi boca se debió de abrir por la impresión. En su cara había resolución, había llegado a mi misma conclusión, este era su fin.- “Perdóname.”

Sabía algo que Nazan quería y yo no estaba dispuesta a dárselo. Algo que le daría a cambio de la vida de Izan sin ni siquiera pensarlo. Nazan elevó la daga para propinarle su último golpe. Los ojos de Izan estaban fijos en los míos, en su cara no había dolor, ni acusación, solo se veía amor. Deje de mirarle, no podía decir lo que estaba a punto de decir con sus ojos en los míos.

-¡¡No!!- Me adelante un paso.- Sí no le matas…- Tragué saliva y volví a comenzar.- Sí no le matas aceptaré casarme contigo.

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