¿Cómo era posible que no hubiesen llegado ya? Estaba anocheciendo y si Izan no llegaba a tiempo… No quería pensarlo. Eso solo hizo que comenzara a temblar.
Mi cuerpo iba por libre, como cuando tienes frío y no puedes parar lo temblores. Era la primera vez que temblaba de miedo, pero ¿qué me pasaba? Nunca en mi vida había sido débil, ni tan siquiera las cosas me habían preocupado más de lo necesario. Era más bien una vividora de los placeres e impulsos, hasta ahora claro.
- ¿Seguro que éste es el lugar?- Me preguntó Pamv.
- Siiiii – Salió como un silbido, más que como una palabra, y ambos se quedaron mirándome.
- No te preocupes, si éste es el sitio, vendrán.- Dijo Nazan mientras me jalaba hacía él y me colocaba un brazo alrededor de mi cintura. En cuanto me rozó, me calmé y dejé de temblar. Se que no debería de haberlo hecho y, sobre todo, cuando de las profundidades de la garganta de mi hermana salía una especie de gruñido.
- Gracias- Le dije mirándole a la cara. Creo que, si nada de esto hubiera sida tan complicado, Nazan hubiera sido el vampiro perfecto para mí. Lo intenta esconder, pero en el fondo es bueno… Aunque en ocasiones se ve cegado por la venganza.
No lo pude remediar, le besé. Al fin y al cabo, si todo sucedía como tenía que ser, de ahora en adelante pasaría el resto de mis días con mi ángel. Solté un suspiro de alivio.
Vale, no hay que pensar mal. Un beso en los labios con Nazan significaba para mí lo mismo que uno en la mejilla. Bueno, exactamente lo mismo no, pero el significado real era de cariño y no de amor, al menos por mi parte. En cuanto me separé, sentí la sorpresa en su rostro. No se imaginaba que yo, por iniciativa propia, le besara. Y se sentía tan bien…
- Gracias a ti.- Me dijo, rozándome la mejilla con su mano libre.- Creo que si no hubieras estado ahí me hubiera perdido a mi mismo. El otro día, cuando accediste casarte conmigo por mi hermano y lo que estabas sufriendo por él, cambié mi percepción de ti. Cuando te conocí eras tan… dura, tan fría y cruel, que me dije tú, tienes que ser como ella. – Bajó la mano.- Y, de repente, de la noche a la mañana cambias todo, en ese momento eras la antítesis al tú inicial.- Me dejó de mirar.- He intentado ser frío, calculador y cruel… - Me devolvió la mirada.- Y creo que lo conseguí anoche, sentí como la oscuridad se apoderaba de mí. Pero tú… me besaste con tanta ternura y cariño, que sentí como si le importara a alguien, como si alguien se preocupara de mí de verdad. – Le miré. Entonces recordé los momentos de esta mañana, en un principio su beso había sido brusco y salvaje pero, después, todo había sido distinto. ¿De verdad que yo le había salvado?- Él se inclinaba hacía mí para volver a probar mis labios pero se escuchaba a lo lejos como un batir de… ¿alas?
La noche se echaba encima de nosotros, Izan tendría que haber llegado ya. ¿Qué era ese ruido? Y entonces, en el cielo apareció un… ¿pájaro gigante? Mis ojos no encontraban el sentido a esa figura que se veía en el horizonte y, en aquel momento, tomó forma.
- ¡Es Izan y Ashn!- grité sobresaltándoles.
En cuanto aparecieron entre los árboles volví a suspirar de alivio. Estaba aquí y nos íbamos a fugar. Todo se solucionaría. Sus ojos estaban fijos en los míos pero su expresión, no era exactamente la que esperaba ¿Era rabia? Entonces me fije en Ashn, le estaba diciendo algo a Izan ya que, éste, bajo su mirada hacia ella, que reposaba en sus brazos. La cara de Izan se transformó en una máscara de preocupación.
Dejó a Ashn en el suelo y palpó su tripa como si de un médico se tratara, se sobresaltó con lo que debió de encontrar en él. Eso me hizo ratificar mi hipótesis. Ashn estaba embarazada y seguro que era de Nazan.
Nazan se tensó a mi lado, su brazo en mi cintura se quedó rígido. Sabía lo que venía ahora, cogí a Nazan de la mano para que no se alterase y comenzamos a andar hacía ellos.
- Izan, ¿Qué le pasa? ¿Qué le has hecho a Ashn?- Dijo furioso.- Sí le has hecho algo… - Su mano apretaba la mía. Le acariciaba con mis dedos para hacerle entender que se relajara.
- Yo no le he hecho nada estúpido. ¿Es qué no te das cuenta de lo que pasa? ¿No la notas algo diferente desde que la abandonaste? - Su voz contenía rabia. La dejó en el suelo y se levantó para enfrentarle. Sé que Nazan se soltó de mi agarre y se agachó hacía Ashn en el momento en que comprendió y dio sentido a lo que pasaba. Pero mis ojos ya estaban en Izan.
Sé qué Ashn y Nazan hablaban pero no les escuchaba. Mi atención estaba centrada ya, exclusivamente, en el ángel que resplandecía en frente de mí. No sé cómo explicar lo que me ocurría cuando le veía. Era como si me drogaran, cada partícula de mi piel gritaba y tiraba de mí hacía él. Y así ocurrió, en cuanto me quise dar cuenta sus manos se entrelazaban con las mías.
Me besó como nunca antes me había besado nadie. Tuve que contener mis lágrimas de felicidad. Con un simple beso me sentí la mujer más querida del mundo. Era tan hermoso, tan lleno de belleza, de ternura, de amor… No entendía como alguien podía mostrar tantos sentimientos en un simple beso. Se sintió tan real en mi piel que eso fue lo que me dijo que no estaba soñando. Mi cuerpo se calentaba con el beso poco a poco, gritaba por el roce del suyo.
- Cariño.- Dijo separándose de mis labios.- He estado esperando este momento tanto tiempo.- Me volvió a besar.- Te he echado tanto de menos.- Su mano me acariciaba la cara.- Te he deseado tanto, mi cuerpo lloraba por ti, mi amor.- Y me volvió a besar. Con sus palabras mi corazón se hinchó de felicidad. Si hubiera podido, hubiera salido volando. Nunca en mi vida nadie me había dicho algo tan bonito.
Mi mano le acariciaba la cara y entonces me quedé quieta. Mi mano había bajado hasta su cuello y en él noté una marca de dientes. Eso me hizo recordar su encuentro con Ashn ¡¿Había sido real?!
- ¿Ocugnn…? - Mi voz estaba tomada por las emociones del momento, lo volví a intentar.- ¿Ocurrió de verdad? - Su cara mostraba que no sabía de lo que estaba hablando.- Tenía mis sospechas pero ninguna certeza.- Dije para mí.- Se alimentó de ti y tu le rasgaste el vestido, casi… Ejem.-
-¿Cómo...? ¿Cómo sabes eso?- Su cara era de sorpresa y, entonces, tuvo una idea. No sé cómo no vi la bombillita encima de su cabeza- ¿Lo viste? – Le dije que sí.- Por ti eso no llegó a má…
- ¡Izan! – Nazan le llamaba - ¡Izan ven aquí! ¡Es Ashn!
En lo que tardé en pestañear, él ya estaba con Ashn. Le dijo algo pero ella no reaccionó. Me acerqué hasta ellos. Se la colocó en su regazo.
- Necesita sangre.- Dijo mirando tanto a Nazan como a mí. Darle sangre significaba que iba a gozarlo delante de nosotros. Bajo ningún concepto.
- Vale, yo me ofrezco.- Dijo Nazan mientras se remangaba la camisa. ¡Ese era mi Nazan! Pero él ya estaba negando con la cabeza.
- El bebé necesita sangre de ángel.- Explicó- Además, la mía le dará mucha más fuerza por ser más antiguo.- Me lo decía a mi para que entendiera porque debía hacerlo ahora y aquí. Si no quedaba otro remedio tenía que participar. No podía dejar que disfrutara de todo esto delante de mí por otra mujer. Si tenía que hacerlo que lo hiciera conmigo. Me acerqué hasta él y me arrodille a su lado. Cogí su brazo y le hice una pequeña herida en el brazo. En cuanto la sangre manó del rasguño me tuve que contener, no era para mí. Pero un reguero de sangre viajaba hasta el suelo… No lo pensé, con mi otra mano limpié esa sangre.
El olor me taponaba el pensamiento, quería esa sangre en mi boca ya. Y así lo hice, me llevé la mano a mi boca y lamí su sangre. En cuanto esta tocó mi lengua un gemido de placer salió de mi garganta. Tan dulce… Mi cuerpo se sacudió de placer al igual que el de Izan cuando colocó su muñeca en la boca de Ashn. No debía de hacerle olvidar que yo estaba aquí con él. Le dije lo que nunca antes le había dicho a nadie.
- Te quiero Izan.- E hice lo único que se me ocurrió, le besé. Y no desaproveché el momento.
Mi boca aún contenía su regusto de sangre que, unido a sus labios, era puro éxtasis. Mi cuerpo pedía a gritos su roce, necesitaba su miembro en mi interior como aire para respirar. Y, entonces, todo ocurrió muy rápido. La voz de alguien se metió en mi cabeza, aunque iba dirigida a Izan. Todo mi cuerpo dolía, estaba tan inflamada y necesitada de Izan, que era en lo único que podía pensar durante un tiempo. Sé que a mí alrededor tenía lugar una conversación, pero todo mi ser estaba concentrado en aplacar el dolor. Su voz me sacó de mi mundo.
- Cariño, tenéis que iros. – Me miró Izan.- No tardarán en llegar aquí. Cálculo que en una hora más o menos. Estoy seguro de que no vamos a poder con todos a no ser que haya un milagro.- Me miraba con amor. Saqué fuerzas de mi interior para contestarle. No debía darse cuenta por el sufrimiento que estaba pasando.
- Izan, no me importa luchar. – Le dije rodeándole la cara con sus manos. – Además ella también es mi hermana.- Dije señalando a Pamv, que se encontraba apartada de nosotros.- Sin dejar a un lado que, prefiero morir contigo que vivir sin ti.- Le miré con ternura y amor, no me iba a ir a ningún sitio ni loca. Y entonces siguieron con la conversación.
Me concentré en mi respiración. Era un dolor tan intenso que entendía por qué no me caía a cachitos. La conversación tomaba más significado para mí cada vez. El dolor remitía, pero dejaba un anhelo de Izan en cada milímetro.
- Pamv, será mejor que te vayas.- Le dije a mi hermana.- Vuelve a casa, no quiero que te maten.- Pamv me miró con asombro.
- Ni loca me pierdo esto.- Lo dijo como si estuviéramos ofendiéndola con el simple hecho de mentarlo.- Además, yo también sé luchar. Aparte, ¡¿quieres que se lo diga a mamá?! Lo digo para que mande compañía.- Sé que me puse pálida y casi comencé a temblar.
- No, no digas nada por favor. Podríamos empezar una guerra si mamá se enterara de que Alishea ha mandado a alguien a por nosotros.- Le contesté. Siguieron con su conversación. Lo único que me sacó de mi ensoñación fue una risa inconfundible “muahahaha”.
- Anda, mira Loren, una reunión en el bosque y nosotras sin estar invitadas.- Escuché la voz de Virgin, que sonaba cada vez más cercana. Eso me hizo reaccionar y concentrarme en todo menos en el dolor de mi piel.
- ¿Qué hacéis aquí vosotras dos? Me parece que quedó todo claro la última vez. Éste, no es un buen momento.- Dijo Izan interponiéndose entre nosotras y ellas.
- Es que hemos olido algo extraño,- Se encogió de hombros.- y hemos venido a ver.- Dijo Loren.
- Sabemos que el hada está embarazada y queremos el bebé.- Miraron a Ashn y, entonces, Nazan se colocó delante ella, protegiéndola.
- Pero a vosotras se os va la cabeza ¿no?- Dijo Nazan enfrentándolas.- Estáis locas si pensáis que os daré a mi hijo- Mientras hablaba Nazan, saqué mi espada. Si íbamos a luchar mejor prepararnos. Mi hermana se puso al lado de Ashn.
- No, claro que no estoy loca. – Dijo ofendida.- Lo quiero ya. Huele muy bien- Se relamió.- Y lo quiero probar. Además, ella no es rival para mí.- Dijo señalando a mi hermana. Eso me sacó de quicio. Me adelanté unos pasos.
- Quizás ella no, maldita zorra, pero yo te cortaré la cabeza perra.
Entonces salté encima de Virgin, con la espada en la mano. Por supuesto, estaba dispuesta a cortarle la cabeza pero me esquivó. Vi que Loren se acercaba a donde estaban Ashn y mi hermana, pero Nazan fue más rápido que ella y se puso delante. La cara de Nazan era otra vez esa máscara de rabia, furia y crueldad, propia de un vampiro. La golpeó con su brazo y la sacó volando hasta donde estábamos peleando Virgin y yo.
- Sabes que puedo contigo vampira.- Me dijo riéndose. Lo hacía para picarme, estaba segura, pero no me intimidaría con eso.
- Yo no estaría tan segura de mi misma, hada.- Dije con una sonrisa.- En realidad, sí yo fuera tú me iría corriendo. Te aseguro que esta vez será diferente.- Le dije con toda la rabia que tenía acumulada. En cuanto escuchó mis palabras paro en secó.
– Mmm… Sí, puedo olerlo.- Dijo con cara de envidia.- Todavía hay indicios en tu sangre de la sangre de Izan. Te ayudará, pero eso no será suficiente.- Se encogió de hombros. Y su mirada se trasladó a Izan desafiándolo.
La cara de Izan era un poema. Comenzó a temblar de rabia, su piel alcanzó un brillo demasiado intenso que bañaba toda la escena en la que nos encontrábamos. Sí queríamos pasar desapercibidos, no lo estábamos consiguiendo. Era tal su intensidad que mis ojos tuvieron que apartarse de su visión. Se quitó la camisa y sus alas se desplegaron en toda su extensión. Era la visión más hermosa que había existido jamás, al menos para mis ojos. Sólo podía observarle a través de las pestañas, pero era suficiente.
- Virgin no me amenaces.- Hasta su voz había tomado un tono más fuerte.- Hoy sí que no vais a salir vivas.
- Ninguna de las dos.- Le dije con mi espada señalando a su hermana que estaba delante de Nazan y Pamv.
- Muahahah! ¿Qué te crees? ¿Qué me das miedo con ese juguete que tienes por espada?- Siguió riéndose.- Mira y aprende estúpida.- Me dijo con una sonrisa burlona.
En ese momento, comenzó a aparecer una especie de niebla negra que lo cubría todo. Empecé a notar un poder que no había sentido nunca. Un poder maligno y muy oscuro. Y, entonces, Virgin estiró el brazo y empezó a brillar algo rojo en su mano.
Había escuchado hablar a mi madre de muchas leyendas, pero todas giraban en torno a la existencia de una espada maligna. Nunca nadie la había conseguido. Pero estaba segura de que era esta, era la espada virgen que se guardaba en la frontera de los dos mundos. ¿Cómo coño la había conseguido? Sí mataba a alguien todo comenzaría, y algo terrible ocurriría.
- Virgin ¿Qué haces con esa espada?- Le pregunté, estaba segura que mi voz no era tan segura como antes.- ¿De dónde la has sacado?- Mi mirada estaba fija en esa espada. Ella sólo me miraba con odio y se acercaba a mí.
- Dime, vampira, ¿tú qué crees que hago con ella?- Sabía que era una pregunta retórica, no quería una respuesta solamente quería lucirse.- La quiero para comenzar la guerra.- Dijo mientras movía la espada hacía un lado y hacía otro.- La guerra que lleváis tanto tiempo evitando. Va comenzar.- Estaba tan llena de odio cuando me lo decía, que creí cada palabra.
- Virgin, no sabes lo que dices. – Dijo Izan mirándola.- Morirá mucha gente. ¡Razas enteras serán aniquiladas!- Dijo acercándose a ella.
- ¿Qué pasa Izan?- Le dijo haciendo un movimiento de vaivén con la cabeza, como el que hacen las serpientes.- ¿Me vas a dar lo que quiero entonces? ¿Me vas a dar tus poderes? ¿Tus secretos? ¿Me vas a dar tu cuerpo?- Dijo Virgin a mi ángel relamiéndose.
No sé qué es lo que se creía esta perra. Sí, soy egoísta, mi ángel era solo mío.
“Erika“– Escuché la voz de Nazan en mi mente. “Ashn está peor. Necesita alimentarse otra vez”- Le miré, su mirada estaba fija en la mía. Su cara, antes una máscara de crueldad, volvió a la bondad y el dolor. Ashn seguía tumbada en el suelo a los pies del árbol. Estaba sudorosa y le costaba respirar.
“Sácala de aquí rápido”- Le mandé el mensaje de vuelta. Nazan no tardó en obedecerme. Se agachó a recoger a Ashn en brazos cuando, en menos de un parpadeo, la espada virgen volaba hacía su pecho.
Un grito de impotencia salió de mi garganta. Nazan también lo había visto. Lo peor era que, en ningún caso, le daba tiempo a moverse, era un proyectil imparable. Pero nada ocurrió como debería. No sé de donde salió ni cuanto tardo en llegar pero Pamv se interpuso entre Nazan y la espada, clavándose en su espalda.
El grito que se había quedado en mi pecho, salió ahora en toda su extensión.
- ¡¡¡Noooooo…!!! - Antes de que el chillido terminara de salir por mi boca, mi hermana yacía en mis brazos. No sé como llegué a ella tan rápido. Mis lágrimas caían por mis ojos. Mi corazón se paralizó en aquel momento.- Pamv, Pamv ¿Pero qué has hecho?- La dije en un susurro. La mecía en mis brazos. Mis lágrimas caían en su regazo. Entonces tuve una idea. Busqué a Izan con la mirada.- Izan, por favor… - Mi voz se desgarraba por mis lágrimas, sonaba pastosa y baja, mi corazón se estaba rompiendo en pedazos.- Izan, tú puedes curarla.- El negó con la cabeza. Todos me miraban asombrados.
- No puedo, cariño. – Dijo acercándose.- Lo siento tanto… Le ha perforado el corazón, no puedo hacer nada por ella.- No, no, no. Me negaba a aceptarlo.
- Pamv, Pamv, te pondrás bien hermana.- Le dije en un pequeño balbuceo, mientras la mecía en mis brazos. De su boca salió un hilillo de sangre que limpié con mi manga.
- Er...ika, lo siento, lo he estropeado todo.- Me dijo mi hermana entre toses. Cada tos me partía el corazón. Su cuerpo, tan lindo, se estremecía entre mis brazos.- No podía…no podía dejarle morir… - Me guiñó un ojo.- Lo entiendes ¿verdad? - “Le amaba” me dijo mentalmente.
Otro chorro de sangre se precipitó de su boca. Me daba tanta pena, me dolía tanto verla así. Bien, nunca quise de verdad a mi madre pero a mi hermana… Nunca lo demostré, pero le quería con locura. Era otra parte de mí, aquella que le gustaba vivir y disfrutar de la vida. Y ahora… estaba entre mis brazos muriendo. Su poder menguaba cada segundo y el mío crecía con la rabia. Creé un manantial de lágrimas en mis ojos
- No hables, por favor.- La voz de Nazan se oyó justo a mi lado. Estaba arrodillado en frente de mí.- Pamv, te pondrás bien.- Le dijo acariciando su mejilla.- Nunca, ¿me escuchas?, nunca podré agradecerte lo que has hecho por mi.- Entonces Nazan se agachó y la besó en los labios.
Seguía meciéndola en mis brazos. En cuanto Nazan dejó sus labios libres, me miró. En su boca había una sonrisa. Y, en ese mismo instante, comenzó a desaparecer en mis propios brazos. Mi desesperación se palpaba. Nadie respiraba, estaba segura. Mi rabia no tenía nada que envidiar a la de mi madre.
Sin mirarme, sabía que alrededor de mí se concentraba un aura de poder que hacía que mi pelo estuviera como flotando en el aire. La desesperación me estaba consumiendo, mi hermana se estaba desintegrando en mis brazos. Lo pagarían. El odio me consumía. Mis lágrimas ardían en la cara, mi mandíbula estaba apretada por la rabia.
En ese momento, no había nada de amor en mi interior. Esa era mi hermana y la habían matado. Lo pagarían con su vida. Un grito de rabia alcanzó mi garganta, en cuanto me di cuenta, estaba abrazando al aire. Pamv se había ido. Un silencio sepulcral rodeaba la escena.
En un parpadeo, me levanté con la espada virgen en la mano. Me había convertido en el vampiro que había sido durante toda mi vida. Habían conseguido sacar de mí todo el odio, el horror y el desdén que tan profundo había enterrado Izan. La espada y su aura se mezclaron con la mía, aumentado mi poder. Era invencible.
- Tú pagarás las consecuencias de esto.- Dije apuntando a Loren.
Era el precio justo. Hermana por hermana. Y, antes de que pudiera darse cuenta de lo que decía, en un movimiento felino y veloz, le atravesé el corazón con la espada.
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